viernes, 26 de febrero de 2010

PACTO CON EL DIABLO

¿Qué por qué le vendí el alma al diablo? ese era el interrogante con el cual me abordaban todos los habitantes del pueblo, excepto mi madre. Yo le daba poca importancia a la pregunta, ni siquiera la respondía. Bueno solo le di respuesta al “viejo mingo”. El era el único que podía comprenderme, me dijo además que en la historia de San Benito como se llama mi pueblo, habían existido muchas personas que también se vendieron a Satanás, y que por ello se libraron de esa maldición de ser pobres. Me contó por ejemplo la historia del viejo Rafael María, me relató de él, que tenía un chorrete de hijos, y que los alimentaba acosta de pilarle arroz a Pascual Mendoza. Antes que cantara el “pitirri” el pilón de pascual ya estaba madrugado ahogando con su eco el chirriar de las cigarras. Pero desde que Rafael hizo el pacto, las cosas se revirtieron. Ahora Pascual Mendoza, le da de comer a los puercos y las gallinas de Rafael María, mientras que este se ventea del calor con su sombrero vueltiao, y le sopla los mocos a “juancho” el último hijo que le parió Juana Inés, su mujer. Que por qué le vendí el alma al diablo, le dije al viejo mingo mientras que mis ojos se clavaban en su rostro arrugado. no me molesté en aclararle el motivo del comercio de mi alma porque realmente el era, la única persona sabia del pueblo, no tenía pelos blancos a pesar de su longevidad porque era descendiente directo de una tribu Zenú, pero yo seguía pensando que era un sabio, porque ahora en el ocaso de sus años estaba en la “miseria”, solo tenía un quintal de tabacos que doblaba y redoblaba como por mecánica, pero el brillo en su mirada no añoraba del pasado, lo esencial de la existencia. Le dije que esa mañana del comercio de mi intangible alma me levanté un poco parsimonioso, estaba además cansado de los seres humanos, todos sin excepción me causaban repugnancia- y tu novia- me interrumpió el anciano -¿la amas? Volvió a preguntarme, le dije que en ocasiones la amaba, que todo dependía del coito, ¿del coito?-insistió- agaché la mirada, y le dije si….cuando el coito se prolonga 15 minutos, ese mismo lapso demoro amándola. Entonces tosió y escupió un gargajo verde, que arrojó al lado del perro sarnoso que dormía contiguo a las cenizas frías del fogón. Tal vez se sintió reflejado en mi alusión y me cambió el tema, con cierta violencia. Me miró de nuevo, y siguió su interrogatorio- que pasa con tu madre, tampoco la quieres-no se- le dije-pues mi padre la trataba muy mal y ella se separó de él-continué-pero fue con justa razón-arremetió el anciano -si, lo que yo no veo tan justo es que le haya buscado un reemplazo que la subyugue aún más, como si fuera un vicio de las féminas el vivir sometidas… Ya nada me interesa- seguí justificando mi acción ante el viejo “mingo”, me da lo mismo vivir en el infierno que en el cielo, además la tierra es un infierno mientras se vive en ella, y la adornan demonios humanos. Después de un largo rato de disertación el sabio acomodó el cintillo de sus abarcas un poco mas encima de su talón, luego dio fuego al tabaco ajustado en sus labios y emprendió el camino. Talvez el trayecto le daría para encender otro tabaco. Acto seguido me dirigí hacía mi finca que quedaba en lo lejos, en donde los seres humanos escasamente podrían llegar. Aunque cada seis meses, uno de ellos arribaba hasta mi posada: el padre José. Desde que se enteró de todo se había dado a la ridícula tarea de ganar mi alma para el Cielo. Su visita me era indiferente, por cierto allí estaba como siempre con su barba sebosa, recostado en el horcón de mí cocina. Me causó asco verlo, lo saludé con parquedad. Y me dispuse entonces a escuchar los intentos del padre para convencerme de ganar los tesoros celestiales. Fue enfático a la hora de lanzarme su primera pregunta: ¿Dios te interesa?-es solo un sentimental pretexto, para sentirnos más humanos y como no me interesa ser humano, en efecto Dios tampoco.-mi respuesta le creó una leve desazón en la garganta. Por lo regular siempre comenzaba su catequesis con esa pregunta - ¿existe algo que te importe en la vida? Prosiguió con el examen un poco irritado el presbítero. Después que mi mirada se perdió en el horizonte, le dije que si, que me fascinaba sentir los primeros aguaceros de agosto y aspirar el olor a tierra mojada, que me gustaba de igual forma capturar el aroma del Jazmín en las noches de luna. Se sorprendió, y murmuró para sus adentros. ¿Tienes algo mas que agregar? fue su última pregunta; le dije que si-cuéntame- me habló ansiosamente-en la cláusula 606 del parágrafo 666, del inciso tres del documento sobre el cual firmé dicho pacto con el Diablo, dice que debo tenerle un cordero cebado, macho de un año, cada seis meses, que él mismo a las 6 de la tarde cuando el gallo sin cabeza cante en el tronco de coco. Pasará por el animal- ¿le has cumplido? – me interrumpió el sacerdote- si –le contesté- y ¿le has visto la cara? Volvió a inquirir--le dije que si pero que siempre traía una distinta—luego de una pausa, continué-hoy precisamente vendrá por su cordero. El sacerdote se fue, con pasos entrecortados. Desde aquel día no lo he vuelto a ver, tampoco hago mayor esfuerzo para toparme con su presencia. Se de antemano lo mucho que comentan las personas de mi, pero nada es cierto solo especulan como siempre lo han hecho por años sin términos, se que piensan que vendí mi alma para obtener dinero, pero en realidad se equivocan. El dinero no me interesa en absoluto porque ni siquiera compro, tengo todo lo que necesito para vivir en mi modesta finca. Siembro yuca, arroz, pesco en el rió y cazo, liebres, venados y una que otra ave. Con el dinero que me paga Satanás hago fogatas por las noches oscuras, no crean que es un capricho ostentoso. Pues la fogata me libra de tener la conciencia de un asesino, porque, sin con el dinero compro, tributo impuestos, mas con el setenta por ciento de ellos se apoya la guerra. En consecuencia todos son asesinos potenciales. Por lo tanto los del pueblo no tienen ninguna autoridad moral para criticarme. Por eso detesto sus lúgubres presencias, odio por igual su hipocresía en los templos, sus falsas demostraciones de afecto. Algún día terminaran ellos mismos con sus banales existencias, y el planeta que aunque no tiene la culpa desaparecerá del orbe, por una raza destructora. Pero estoy seguro que cuando todo lo que he vaticinado suceda, los veré a todos ustedes en el infierno...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

En el infierno estamos y estaremos es por eso que la idea de un dios es absolutamente inconcebible en mi , es a lo que se aferra un hombre cuando su voluntad languidece.
se bendicen en ceremonias eclesiasticas las armas con las que se aniquila la humanidad y se desangra el pais con una potencial fuerza de ferviente fe cristiana.
la pobreza no la da el hambre amigo mio, la pobreza es el estado intelectual de un pueblo dueño de su inmoral fe, es por eso que para mi el infierno es el paraiso.
un abrazo
erika imbett.

ALEXANDER dijo...

loco, yo hasta he llegado a pensar que, le vendiste tu alma al diablo, por que en tu interior había un frío, el cual sentías que sólo se calmaba con el calor que producía ver arder en llamas lo que para muchos es un Dios, pero para tí solo es un papel efimero y construido por las manos de muhos diablos. por eso lo de diferentes rostros.

Unknown dijo...

aaaaaaDía a día vendemos nuestra alma por míseros pesos, por efímeras alegrías.

Anónimo dijo...

vender???????????, amigo mio, es que aun no somos nuestros.

albert dijo...

BUENO AL DECIR VERDAD, CUANDO ESCRIBÍ ESE CUENTO NUNCA PENSÉ EN TODO LO QUE USTEDES PENSARON; PERO ESO ES PRECISAMENTE LO QUE DEMUESTRA QUE UN TEXTO ESTÁ TAN VIVO COMO UN BUEN LECTOR: UN BUEN ESCRITO NUNCA ACABA DE SER "ESCRITO" PORQUE SIEMPRE QUE SE ES LEIDO, ESTÀ SUJETO A LA INTERPRETACIÓN, Y TODA INTERPRETACIÓN ES DINÁMICA¡¡¡