lunes, 29 de septiembre de 2008

AL OTRO LADO DEL BRONX





El fuerte chorro de una tanqueta, tal vez sea el preludio de una noche siniestra, más fría y tétrica que de costumbre y más desoladora que siempre, mientras el bullicio esconde las voces de protesta de aquellos que en su existencia oculta, por una sociedad desigual, evocan por lo menos un momento de fantasía bajo el efecto alucinógeno de las drogas.
Al frente del latoso espectáculo, y a traves del ventanal se asoma tímido un seminarista, desde la estancia estructural de su seminario, observa muchas caras que llevan consigo el letargo producido por la desesperanza, y en medio de la multitud que se escabulle de los gases lacrimógenos y de los bolillazos de los uniformados, logra atisbar un rostro anciano y tiznado por la polución, que arroja el centro de Bogotá. El religioso clava la mirada en la cara del viejo, mientras a este lo golpea fuertemente el agua que sale impetuosa de la tanqueta. El seminarista se queda perplejo, y mira, cómo en un intento exasperado y casi amedrantado, el anciano procura tapar los cartones que había recolectado en el trascurso del día, pero ante la imposibilidad de lograrlo no le queda más que observar trémulo desvanecer ante la arremetida húmeda, su pequeña empresa.
El viejo se va cabizbajo y derrotado, el seminarista con la misma sensación se dirige a la capilla, toma su breviario y reza completas…
Por: Jhonny Polo

2 comentarios:

albert dijo...

Este cuento fué publicado en la segunda edición de la revista "Martyria", del Teologado Internacional "Los Mártires" de los Misioneros Claretianos..refleja un poco mi percepción sobre la vida consagrada y el deber ser de un religioso..

Unknown dijo...

Dolorosa realidad, es como encender el dios televisor y ver tantos hombres con trajes esplendorosos pero con el alma más sucia que los habitantes del Bronx y no sentir repudio.